jueves, 24 de noviembre de 2011

LA MATÓ PORQUE ERA SUYA - Marquesa Luna

Acababa de salir del juzgado en donde había declarado que el culpable del mordisco que arrancara de cuajo su pezón, había sido su bulldog francés.

Al doblar la esquina, sintió cómo un lacerante puñal atravesaba su espalda. Se giró enroscándose en su propio dolor, y en esas décimas de segundo, en las que era consciente de que la vida se le escapaba desleída en el fluir de su sangre, pensó que ya no tendría la oportunidad de retractarse de su confesión.

Quiso gritar su nombre, quiso llamarlo asesino, mientras intentaba abrazarse a la vida suplicándole que le diese una segunda oportunidad… Nadie la pudo escuchar, porque en ese preciso instante apareció la muerte ataviada con sus mejores galas, tapándole la boca con la iniquidad de un gélido beso.

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